Hogar Cuidado Cada cuánto debes cambiar tu esponja para que no se convierta en un cúmulo de gérmenes

Cada cuánto debes cambiar tu esponja para que no se convierta en un cúmulo de gérmenes

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¿Qué harías si supieras que aquello con lo que limpias y cuidas tu piel fuese un caldo de cultivo idóneo para las bacterias? Pues es lo que pasa con las esponjas vegetales, aquellas conocidas como de Luffa (una planta de la familia del pepino), que mucha gente utiliza para exfoliar su piel, estimular la circulación e incluso combatir la celulitis de manera natural.

Según un estudio de 1994 publicado en Journal of Clinical Microbiology, este accesorio de baño, a simple vista inofensivo, puede albergar una amplia gama de especies bacterianas. Lo que puede provocar que muchos se replanteen continuar con este ritual de belleza.

Un hogar ideal para las bacterias

Está claro que son un exfoliante maravilloso, pues arrastran todas las células muertas de nuestra piel, el problema es que éstas se enredan y acumulan en todos los recovecos y grietas de la matriz fibrosa de la esponja.

“La regeneración natural de la piel, en la que se desprende la capa más superficial para ser sustituida por células nuevas, se produce de forma espontánea cada 3-4 semanas (aprox) y las esponjas nos ayudan en este proceso, pero debemos ir con cuidado a la hora de utilizarlas”, afirma Sofia Lucas, dermatóloga en el Hospital Arnau de Vilanova de Valencia y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

Las esponjas vegetales o de Luffa, arrastran las células muertas de la piel, las cuales se enredan y acumulan en todos los recovecos y grietas de su matriz fibrosa”

Aunque el verdadero drama sucede después, cuando has acabado y la dejas colgada en la ducha hasta la próxima vez. “Entonces, la dejas en un ambiente caliente y húmedo que es el entorno perfecto para que las bacterias crezcan en el esponja”, asegura J. Matthew Knight, dermatólogo del Instituto Dermatológico Knight. Además, Lucas asegura que dichas bacterias “se alimentan de las células desechadas que quedan atrapadas en la esponja”.

Cada cuánto debes cambiar tu esponja para que no se convierta en un cúmulo de gérmenes

De hecho, cada vez que se repite este proceso de volverse a humedecer y no secarse de la manera correcta, las bacterias se reproducen más y más. Y una de las más peliagudas que encontraron durante el estudio es la llamada Staphylococcus, responsable de muchas infecciones.

Todo esto se puede poner aún peor si usas este foco lleno de gérmenes con la piel recién depilada o con una pequeña herida. Las bacterias tienen aún más oportunidades de provocarnos una irritación o infección.

“Algunas especies de estafilococos forman parte de la flora natural de nuestra piel, pero cuando la barrera cutánea se ve alterada por una herida, erosión o irritación es más propensa a las infecciones, produciéndose, entre ellas, foliculitis, forúnculos, impétigo o incluso celulitis”, sentencia Lucas.

Con la piel recién depilada o una pequeña herida, las bacterias tienen aún más oportunidades de provocarnos una irritación o infección”

Por ello, Knight estima que 9,8 de cada 10 dermatólogos recomendaría no usar una esponja.“En general, recomendamos evitar su uso, en concreto en pacientes que sufren psoriasis o dermatitis atópica, y aplicar el gel de ducha directamente con la palma de la mano sobre la piel mientras la masajeamos con suavidad y delicadeza”, indica la experta.

Guía para que tu esponja no se convierta en un caldo de bacterias

Sin embargo, si eres un amante de las lufas y eres incapaz de separarte de ella, también hay buenas noticias para ti. Con estos consejos de higiene y manutención de las esponjas no tendrás nada que temer.

1. Reemplázala con frecuencia: como mínimo cada dos o tres semanas para el tipo natural y cada dos meses si es una de plástico. Deberás hacerlo antes si notas que han aparecido manchas de moho o que ha cambiado de color u olor. Además, la dermatóloga recomienda que “nunca se compartan con otra persona” y si tenemos mucho apego a las esponjas, “usemos las desechables diarias”.

2. No dejarla en la ducha: para que dure el máximo tiempo posible, no debemos dejar la esponja en un ambiente húmedo donde las bacterias pueden crecer a su antojo. En su lugar, es mejor que seque en un lugar donde corra el aire como, por ejemplo, frente a una ventana abierta.

Nunca se debe compartir la esponja con otra persona”

Sofia LucasDermatóloga miembro de la AEDV

3. Desinféctala con lejía: si es de las naturales y no de las de plástico, se puede empapar en una solución diluida de lejía durante cinco minutos una vez a la semana.

Etiquetas: como cuidar los forúnculos de la piel